El Institución Básquet Caballito de Elva Flores, un sueño vuelto realidad
Si bien existen muchísimas historias que se pueden rescatar y destacar en los diferentes clubes que compiten en FeBAMBA y AFMB, probablemente haya muy pocas más particulares y valiosas para conocer que la de Institución Básquet Caballito, equipo que actualmente participa de las diferentes categorías Flex de la Federación.
Con la incansable Elva Flores a la cabeza del proyecto como entrenadora de sus diferentes equipos, el IBCaballito está compitiendo en su primera temporada del Flex, dejando muy buenas sensaciones y resultados, especialmente en las categorías de inferiores. Compitiendo de igual a igual contra instituciones centenarias y de larguísima trayectoria en el mundo del básquet.
Pero ¿qué es exactamente lo que transforma a esta en una historia tan particular? Bueno, empecemos por el principio y dejemos que la propia Elva nos guíe.
¿Cómo nace el proyecto y los diferentes equipos de Institución Básquet Caballito?
«Nace de un sueño mio. Juego al básquet desde los 9 años, hoy tengo 56. Siempre amé al básquet. Todos los largos años que jugué fue con mucho amor. Para mi fue maravilloso, el básquet es mi vida, mi todo. Yo vengo de muy abajo. Siempre fui de esas chicas de sufrir con las zapatillas. Nunca mis padres pudieron comprarme un par de zapatillas, con eso te digo todo. Eso recién lo logré cuando entré a la selección y me empezaron a dar de todo», relata Flores.
«Cuando llegué a los 50 años, me dije: llegó el momento de hacer algo por el básquet. Yo siempre tenía en la cabecita la idea de dirigir. De enseñar lo que se. De tratar de armar grupos. De estar para el que quiera. Obviamente cuando esto lo comentaba, mi sueño, me decían que estaba loca. Porque en el básquet necesitás una cancha cerrada, zapatillas acordes, las pelotas son carísimas… todo estaba en contra. Pero yo les expuse mi sueño a mis hijos y les encantó. Y entre los tres nos propusimos a ir por todas las canchitas».
«Yo vivo frente a la canchita de la estación de tren Caballito. Y ahí empezamos», cuenta Elva.
¿La canchita en cuestión? La de la Plaza del Caballito. Por supuesto, al aire libre.
«Yo primero empecé jugando, pero empezaba a mirar a los chicos que iban. Vimos a un chico que la rompía, me acerqué, le hablé y al chico le encantó la idea. Después fuimos sumando, sumando».
«Cuando buscábamos chicos íbamos por todas las canchitas y a veces los veía drogándose. Pero les hablaba, los convencía y los sacaba para que vengan conmigo. Les hacía entender que vivir en una villa o ser pobre, no te hace menos. Les decía que tenían que tener sueños en la vida, porque se cumplen. No tenés idea de los grandes talentos que hay en las calles. Los chicos me creen y yo hago lo imposible para que podamos lograr esos sueños».
«Les hablaba con el corazón y los chicos me creían. Les decía mi sueño: que íbamos a empezar de cero, pero que íbamos a llegar. Porque las ganas estaban y cuando una sueña y lo hace con fuerza mental, lo va a lograr. Los convencía de eso».
«En ese momento yo tenía un negocio pero decidí cambiar mi vida. Mi hija me dijo que ella se iba a hacer cargo. Y empecé con el proyecto desde cero. Buscando chicos, canchitas en horarios que no haya gente. Pero ahí dije no: yo tengo que estudiar y tener título para que esto tenga más valor».
EL PASO POR ENEBA
«Me puse las pilas, fui a ENEBA e hice el primer nivel, con unos profes maravillosos. Que cuando les conté mi sueño, hasta lloraron. Y me apoyaron de tal manera, con Sebastián Bilancieri a la cabeza, que me exigían para que no aflojara nunca. Eso era lo que a mi me daba más fuerza. La gente que está en esto, me apoyaba. Me ayudaba a seguir».
«En el camino me discriminaron, tuve mil situaciones de maltratos. Me iba llorando. Pero después me ponía a pensar: es un grupo de gente, vos seguí con lo tuyo que lo vas a lograr. Y así fue: logré hacer un equipo. Tenía 12 jugadores ¡y que jugadores! Entrenábamos día y noche, íbamos a todos lados. Era un grupo hermoso. Pero empezaba la segunda fase: buscar contra quién jugar, tocar puertas. Hablaba, mandaba, pedía. No me daban bola, pero no perdía la esperanza. Hasta que uno me escuchó y fuimos».
«Fue nuestra primera experiencia y fue maravilloso. Perdimos, obviamente. Pero no nos importaba. Ya estar en una cancha cerrada de parquet, con pelotas oficiales. Hasta lloramos de alegría. Ahí me di cuenta que eso era lo mio y que tenía que seguir, porque podía. Y desde ahí seguimos. Pedíamos partidos y se nos habrían un poquito más las puertas».
LA LLEGADA AL FLEX DE FEBAMBA
«Mi sueño de estar en FeBAMBA viene de hace mucho tiempo. Era uno de mis sueños máximos llegar a la Federación y se lo decía a los chicos».
«El año pasado intenté que jugáramos, pero para ese momento ya habían cerrado las inscripciones. Lloré muchísimo, pero me prometí que al año siguiente íbamos a jugar. Mi cabeza empezó a funcionar y dije: lo tengo que buscar a Carlos. Yo sabía que si me paraba frente a Spellanzón, lo iba a convencer y conseguir mi sueño. Yo nunca me quedo con un no».
«A principio de año, Carlos publicó que se hacía un torneo de 3×3 en Tecnópolis. Entonces agarré e hice varios equipos. Él ya me había visto cuando participé en Obras Sanitarias. Es un genio: se acercó y me preguntó si podía darles un entrenamiento. Les dije que sí y mis chicos estaban felices porque los estaba entrenando alguien que tenía un buzo que decía Argentina. Los chicos escucharon y cuando terminó, Carlos se acerca y dice: hay algo que valoro del trabajo de la entrenadora, que absolutamente todos dominan la mano izquierda. Nos reimos y nos fuimos felices. Para nosotros fue maravilloso que alguien tan importante nos diera una clase».
«Como Carlos ya me conocía, al siguiente torneo ya me invitó directamente él y llevé un equipo de nenas. Y en un momento en el que estaba solo, lo encaré, para ver si nos podían aceptar en FeBAMBA porque era nuestro sueño».
«Me miro y me dijo: tranquila, estás adentro».
«Hice todo lo que él me dijo al pie de la letra, con las fechas médicas y la inscripción. Y todo lo que me prometió, se cumplió. Entramos a la Federación».
LA PRIMERA TEMPORADA EN EL FLEX
«Mi objetivo más grande hoy es consolidar a los equipos. En este momento tengo el U15, U17, U19 y Superior. Y creo que tengo 200 chicos, entre nenas y varones».
«Nosotros en IBCaballito nos preparamos para cada partido. Muchísimo. Valoramos dónde estamos al máximo y los chicos van felices. Jugamos con el corazón, con el alma. Nosotros tenemos hambre. Para nosotros significa muchísimo estar donde estamos. Y si ganamos o perdemos, igualmente nos vamos felices. Agradecidos».
«A mi me encanta enseñar. Nací para eso. Es lo mio. En todos los otros trabajos que tuve en mi vida, nunca me sentí tan feliz como en el básquet. Voy y dirijo los partidos con alegría y una sonrisa. Para mi es un placer. Yo valoro cada partido que tengo, porque le doy esa importancia que se merece».
«Ir a jugar en una cancha de parquet es sacarnos la Lotería. Esto es un sueño. Por ejemplo, no te imaginás lo que fue para los chiquitos jugar en la cancha de San Lorenzo en Avenida La Plata, donde había jugado la Selección. Cuando entraron, decían: acá estuvo Campazzo. Esas son las cosas que a veces la gente no entiende. Existen criaturas que tienen esos sueños y luchan por ellos».
«Los chiquitos viven con la aplicación, mirando sus fotos, estudiando sus estadísticas. Los padres, agradecidos, porque esta motivación hace que los chicos crezcan».
«Entrar a FeBAMBA es un sueño cumplido… pero aviso que este es solo el principio. Más adelante voy a llegar a algo más».
Y viendo todo lo conseguido por Elva y su IBCaballito, ¿cómo ponerlo en duda?