La ejemplar lucha de Gonzalo Gómez
«Mi familia (Natasha, su esposa, Máximo de 3 años y Valentina, quien cumple 2 este jueves 6) es el motor que me empuja y apoya; no sé si tengo muchas horas de trabajo porque el básquet es de tarde hasta la noche, pero hay que estar de lunes a lunes. Dirigir sábados y domingos, días donde una familia normalmente sale a pasear, no los tiene. Que se banque los malhumores cuando pierdo, cuando el equipo juega mal, me hacen sacar el sombrero ante ellos. Por momentos uno cae, pero mirás a los costados, ves a los bebés y todo pasa a segundo plano; por ellos sigo adelante. Todo es muy rápido y reciente, la cabeza está a cinco mil, pero hay que lucharla”.
Las palabras de Gonzalo Gómez referidas a su familia son expresadas con un halo fuerte de sentimiento, con la vocecita de la pequeña Valentina de fondo, durante la conversación mantenida en el mediodía del martes. El actual entrenador de las formativas de Vélez Sársfield y la Primera masculina de Deportivo Berazategui, club donde se formó como jugador y dio sus primeros pasos como técnico, está en plena lucha con un inconveniente físico al que encara con la misma garra y fuerza como cuando era el base de la institución del Sur del Gran Buenos Aires.
Menciona a su esposa, con quien se casó en 2012 y al año siguiente fueron padres del primogénito Máximo. La conoció por intermedio de una madre en la entidad de Liniers; y si bien era compañera de trabajo, no sabía de su pasado como jugadora de básquet. Eso fue en 2011, y al año siguiente formalizaron la familia.
Junto a ellos, en las pasadas vacaciones, específicamente el 10 de enero, por dichas circunstancias de recreación y descanso, sucedió lo menos pensado.
“Disfrutando esos días, sin la locura del básquet, planeando pintar la casa y realizar refacciones en ella, fui al médico creyendo que tenía un simple golpe o inflamación por un bulto en el cuerpo. Me dicen que es un tumor y allí en ese momento empieza otra batalla. Las preguntas de por qué a mí, por qué debe suceder esto…. Por suerte, en el Hospital de Berazategui, donde me operaron y me atienden, lo hicieron de diez puntos. Me lo descubrieron el 10 de enero, y el 27 de ese mismo mes me operaron, y ayer 3 de abril comencé con el tratamiento de quimioterapia. Tal vez para otros el la atención en los hospitales no son lo que ellos desearían, pero en lo personal debo decir que es un lujo”, expresa Gonzalo.
Nacido y criado a la vuelta del Deportivo Berazategui, llegó al club a los cinco años e hizo toda su etapa de jugador con la camiseta aurinegra. Tras competir en las Ligas Quilmeña y Esteban Echeverría, deciden incorporarse a FeBAMBA en 2009, en la divisional D, donde salen campeones perdiendo un solo partido. En la C, al año siguiente, acceden a la final contra Beccar, la ganan y obtienen su segundo ascenso consecutivo. En un plantel largo, Gonzalo era el base y uno de los grandes referentes por ascendencia y talento.
“Siempre me quedó la duda por si podría haber jugado algo más, pero siempre fui feliz en Berazategui con mis amigos. La llegada a Capital me agarró medio grande, porque tenía 28 años. Ese tiempo fue espectacular, en la D solo perdimos un juego con UADE y en la C, contra Temperley; dos ascensos consecutivos, pero en la B ya se hizo duro. Definimos uno de los cruces contra Crovara, y estuve en esa categoría un par de años más, en un total de cinco. Cuando me caso, simultáneamente me ofrecen la Primera femenina de Sunderland, y allí arranca mi etapa de entrenador”, cuenta.
En Berazategui fue monitor y entrenador, luego registra pasos por Moreno de Quilmes y el mencionado Sunderland.
“Me llevó Carlos Spellanzon, llegué recomendado por él, trabajé a su lado y estuve cinco años. Paralelamente, siempre dirigí la Superior masculina de Berazategui, hasta la actualidad. Estando en Sunderland tuve la suerte que FeBAMBA me convocó para la Selección Femenina; estuve tres años consecutivos, y regresé el año pasado para integrar el cuerpo técnico de las U17 que jugó el Campeonato Argentino en el CENARD, donde fuimos campeones”, expresa.
Tras ese palmarés, su llegada a Vélez, para hacerse cargo de las Infantiles, Cadetas y Juveniles fortineras.
“En formativas, Vélez es una institución poderosa en el básquet femenino. Si bien hay equipos que te emparejan, como Lanús, Unión Florida,Centro Galicia o el propio Berazategui en los últimos años, siempre ha sido un club fuerte; lo he padecido dirigiendo en Berazategui y Sunderland. Está siempre con jugadoras de selección, peleando los puestos de arriba. Como actual entrenador de ese club te lo puedo decir: uno siempre quiere estar ahí; hoy me toca la suerte a mí, pero cuando lo miraba desde la otra vereda también lo tenía como un sueño”, admite Gonzalo.
Por esta lucha que lo pone en el centro del ring de la vida, está de licencia. Para ambos clubes, sólo palabras de elogio.
“Los dos demostraron la mejor predisposición de los compañeros, su gente. Mi agradecimiento permanente porque sin eso la cabeza estaría de otra manera porque hoy día el trabajo es fundamental para cualquiera. De sentirme bien, igualmente estaré en ambos lados, porque sin dudas me servirá de despeje”.
Gonzalo Gómez. En un momento especial, se recuesta en el amor de su familia para la fortaleza interna. Y como tantas veces en su rol de jugador y entrenador, con la plena convicción en salir victorioso.
FOTOGRAFÍAS: Gentileza CABB y Vélez Sársfield